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2 Don de Ciencia Septenario al Espíritu Santo para pedir sus dones Del libro “Abiertos al Espíritu” de la Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida
3 Oración para todos los días: ¡Oh Espíritu consolador, bondad inefable, que suavísimamente abrasas las almas en fuego celestial! Aquí venimos tus hijos a implorar tu protección poderosa y todos tus dones, para emplearlos en saber amar a Jesús.
4 Ven a nuestra inteligencia para que reine en ella la luz de Jesús. Ven a nuestra voluntad para en ella reine la santidad de Jesús. Ven por fin, a nuestro ser, para que lo absorba la vida divina de Jesús.
5 Tú que eres la Fuente de gracia, derrámala abundantemente en nuestros corazones. ¡Oh Divino Espíritu, Fuente de infinita Pureza!, límpianos del pecado, renueva nuestras almas en Cristo y escucha propicio las peticiones que ahora te hacemos. Amén.
6 Meditación Día cuarto Don de Ciencia: El don de ciencia enseña la verdad, y la verdad es humildad. Quien tiene en plenitud este don no puede ser soberbio; porque de la verdad emana la humildad.
7 Este don lleva también consigo el propio conocimiento infuso; la distancia entre la criatura y Dios y la bondad gratuita de sus favores;
8 esta gracia, lejos de envanecerla, la confunde y humilla, y la hace tocar su impotencia, su debilidad y su nada. Esta ciencia de ambos conocimientos es la verdadera ciencia que produce frutos de sólidas virtudes.
9 Este don lo regala el Espíritu Santo por medio de la oración o contemplación. La ciencia que no se funda en Dios es vana y peligrosa; la ciencia que procede del Espíritu Santo se encuentra en el fondo de un alma pura y sacrificada; ¡en la Cruz está la verdadera ciencia de los santos!
10 Para la ciencia humana, da Dios la inteligencia al hombre en su entendimiento; y para la divina le da la luz de la fe y el don de ciencia.
11 Este don lo da el Espíritu Santo no tanto en los libros, sino en el conocimiento claro de lo sobrenatural y divino por medio del trato íntimo, humilde y frecuente con Dios, por la oración.
12 La ciencia de lo divino sólo con el don del Espíritu Santo se conoce; Él lo da para bien de muchos, no solamente para quien lo recibe; como los talentos de que habla el Evangelio, que deben producir y multiplicarse.
13 ¡Feliz el alma que tiene la ciencia de los justos! ¡Puede recibir sin bambolearse en la humildad los tesoros de gracia y virtudes, y quedarse en su propia nada, devolviendo a Dios lo que es suyo!
14 Este don contiene un secreto, dentro de la luz que infunde en los espíritus que posee, y consiste en que oculta al alma sus buenas cualidades y virtudes, y la afianza en su pequeñez. El Espíritu Santo mueve con el don de ciencia la más profunda humildad.
15 ¡Danos, Espíritu Divino, el don de ciencia, que anhelamos ser humildes! ¡Enséñanos a orar con verdadera contrición y a llamarte en nuestra ayuda!
16 Sé nuestra luz en la oscuridad; enséñanos a amar la Cruz y descúbrenos sus secretos. Queremos vivir en el Corazón de Jesús en donde tú habitas, Espíritu Santo, en ese Corazón que es abismo de humildad y de amor. Amén.
17 Oración final: ¡Oh Espíritu Santo, benigno y consolador que te complaces en aliviar nuestros males! ¡Oh Fuego celestial que fecundizas cuanto tocas!, ¡ven a extender por todo el mundo el amor a la Cruz!
18 Derrama sobre nosotros tu suave unción; suscita vocaciones de laicos, religiosos y sacerdotes. Presérvanos de todo mal y llénanos de celestiales riquezas. Amén
19 Jaculatoria: Crea en mí, ¡Dios mío!, un corazón puro y renuévame por dentro con espíritu firme.
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