1 Fiesta de San José Escucha obediente No te sonríen con blancura dentífrica, desde las páginas de una revista. No acaparan flashes en los eventos de moda. No reciben premios en las galas con más glamour ni las multitudes corean sus nombres en el concierto de los poderosos. Pero no lo necesitan, para brillar con luz propia en el baile de la historia. Son el hombre justo, y la viuda pobre, el profeta valiente y la mujer perdonada. Son el peregrino que comparte su mesa y su palabra, y el caminante que, en su fatiga, bromea y canta. Son el carpintero y la muchacha, el alfarero y la criada, el emigrante que no pierde la esperanza. Son la buena gente, que en lo discreto, transforma el duelo en danza. [J.M.R.O.] ESCUCHAR. Es la primera actitud por la que destaca San José. Atento a la voluntad de Dios, sensible a lo que se pueda necesitar de él. En San José puedo reconocer la capacidad de escuchar más allá de lo que yo mismo soy capaz de decirme. Hay momentos en que descubro palabras que no surgen de mi propia reflexión o autoanálisis sino de Alguien que me empuja y me invita a ir más adelante. Para ello necesito silencio y rica interioridad. Dejar que resuene dentro todo lo que me voy encontrando, hacer que repose y me vaya fecundando. ¿Cómo es mi capacidad de escucha? ¿Cómo la voy cultivando y desarrollando? ¿Qué me ayuda o dificulta en ello? OBEDECER. José tenía sus propios planes, sus proyectos, sus objetivos… y fue otro el que le amplió la perspectiva, le abrió un nuevo horizonte en el que implicar su vida. Algo que le lleva más allá de lo razonable, de lo previsible, de la lógica habitual… Hace lo que Dios espera de él: acoge la propuesta de Dios sin entender del todo. Hace lo que le pide Dios sin medir las consecuencias, se fía, se entrega sin reservas… Por eso es un “hombre justo”. Es decir, su vida se “ajusta”, se “amolda”, se “vincula” a la vida de Dios. Yo también me propongo metas en mi vida, pero ¿a dónde me dirigen y encaminan? ¿hacia dónde me llevan? ¿Estoy dispuesto a cambiarlas? ¿Son inamovibles? ¿Cómo es mi grado de confianza, de aceptación, de disponibilidad a lo que me pide Dios? CUSTODIAR. La escucha y la obediencia, le lleva al compromiso, a la acción, a la tarea: cuidar, acompañar, proteger, ayudar… a María y Jesús. Responde con los hechos sin decir nada. Habla a través de sus obras. Se sitúa en el ámbito del amor que asume y se hace cargo de la situación de otros. Y lo hace sin protagonismos, desde la discreción silenciosa, quedándose en un segundo plano, con normalidad, viviéndolo en la cotidianidad de la vida diaria, sin espectáculos. Hoy que tanto se lleva destacar, “colgarse medallas”, ser mediático, mostrar lo que uno vale, exigir reconocimientos y recibir homenajes… ¿Qué me puede enseñar la vida y el ejemplo de José? ¿A qué me está invitando? ¿Estoy lleno de palabras y vacío de obras? ¿Mi vida “habla” a través de lo que hago? Puedo reflexionar, darme cuenta y poner nombre a tantas personas que pasan desapercibidas, y que, sin embargo, hacen mucho bien calladamente, sin apenas ser notadas… Me pregunto qué puedo aprender de ellas. José es un hombre valiente, trabajador y discreto, con una profunda fe que le sirve de cimiento. Con capacidad de atención para ver dónde se le necesita, con fortaleza de ánimo para aceptar lo que no entiende, con ternura y sensibilidad para hacerse cargo de otros y no mostrarse indiferente, con implicación compasiva descentrándose de sus propios intereses … y haciéndolo todo con sencillez y discretamente. Escucha. Ain Karem. https://youtu.be/G8Meb2aIgP0 Renunciaste a tus proyectos y te abriste a un nuevo horizonte. Ayúdame a no perder nunca donde se encuentra mi norte, cómo caminar hacia él con confianza y sin reproches, sabiendo que el Señor me llama por mi nombre, cuenta conmigo y me acompaña también en las oscuras noches. Ayúdame, Señor, a descubrir en San José lo que a mi fe le falta: fiarme de ti con toda confianza, poniendo como cimiento la escucha de tu Palabra, para encontrarme contigo y ver cómo mi vida se ensancha. Quiero aprender de San José a tomar decisiones en medio de las encrucijadas y mantenerlas firmes con valentía y constancia. Quiero aprender de San José el silencio de su vida callada, la disponibilidad a tus planes y aspirar a metas cada vez más altas, aprendiendo desde lo sencillo, el valor de la vida entregada, dejándome modelar por ti, para hacer lo que tú me mandas, aunque a veces no lo vea claro, fiel y dócil a tu llamada. Quiero que San José me enseñe a proteger y cuidar transmitiendo esperanza, ofreciendo lo mejor de mí mismo, para ver cómo el otro crece y avanza, rompiendo barreras y muros, en entrega desinteresada. Señor, necesitamos desarrollar… -la capacidad de escucha, para estar atentos a quien necesita nuestra ayuda. -la capacidad de cuidar con sensibilidad y ternura. -la capacidad de fortaleza ante los momentos de “noche oscura”. -la capacidad de compasión con quienes están viviendo situaciones especialmente duras. -la capacidad de perdón y misericordia para que nuestra vida sea más serena y madura. -la capacidad de disfrutar de las cosas sencillas de manera alegre y profunda. -la capacidad de silencio para adentrarnos en la realidad en toda su hondura. -la capacidad de encuentro para crear unas nuevas estructuras. -la capacidad de esfuerzo para que la comodidad no nos seduzca. -la capacidad de sencillez para saber estar a tu altura. -la capacidad de integración para que a nadie se le excluya… Por intercesión de San José, imploramos, Señor, tu ayuda.
2 Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-5a.12-14a.16): En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: - «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. El construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." ». Salmo 88,2-3.4-5.27.29 R/. Su linaje será perpetuo Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R. Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R. El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R.
3 Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,13.16-18): Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.»
4 Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a): Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: - «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.