1 Oh Dios que te has atado con las cuerdas del tiempo a nuestras coordenadas, a nuestros ritmos lentos; al devenir incierto de nuestro aprendizaje, al río irregular de nuestro crecimiento
2 Vos revelaste el fondo de ésta nuestra existencia: lo nuestro estaba en vos, lo nuestro era tuyo; lo humano era “algo más”, capaz de Dios y sagrado; dramático y sagrado, nuestro “estar es el mundo”.
3 ¡Lo opaco de la tierra en vos fue transparente! Lo opaco fue capaz de vida y de Palabra; y espejo en tu carne que somos “tierracielo”, fragmentos de infinito en carne iluminada.
4 Beso Santo de dos palabras: Oh, Jesucristo Oh, Tierracielo. Fuertetierno, Señorhumano, Divinonuestro, Divinonuestro
5 Divino y despojado, Dios asombroso y nuestro Hermano y vulnerable, expuesto a desamores. Concreta superficie de humana piel dispuesta a luna y sol, a abrazos, a látigos y golpes.
6 Tu encarnación es el mapa de nuestra esperanza: lo humano, en tu humanidad, se yergue en silencio. Destino y maravilla que tu cuerpo nos narra: lo nuestro cabe en Dios y este Dios cabe en lo nuestro.
7 ¿Qué Dios impronunciado viajó en el embarazo secreto y misteriosos de la Madre Doncella, sino el dios cuya espalda viene por el trabajo de siembras y semillas, de redes y de pesca?
8 Beso Santo de dos palabras: Oh, Jesucristo Oh, Tierracielo. Fuertetierno, Señorhumano, Divinonuestro, Divinonuestro