Otro efecto de la comunión es que aumenta la gracia. En el bautismo recibimos una gracia, que es participación de la vida de Dios. Esta gracia puede.

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Author: Roberto Carrasco Olivera
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3 Otro efecto de la comunión es que aumenta la gracia. En el bautismo recibimos una gracia, que es participación de la vida de Dios. Esta gracia puede aumentarse por medio de diferentes ejercicios espirituales, prácticas de piedad, obras de misericordia, cuando hacemos oración o una obra buena. Todas estas prácticas de piedad no se pueden comparar con la eficacia santificadora de una digna recepción de la eucaristía.

4 Dar la gracia es el efecto propio de los sacramentos. Pero en la eucaristía recibimos no solamente la gracia, sino el manantial y la fuente misma de las gracias.

5 pues en cierto modo Jesucristo pone a nuestra disposición todos los tesoros de sabiduría, de santidad y de ciencia que abundan en Él. Es verdad que el aumento de gracia depende en gran proporción de nuestras disposiciones al recibir la comunión,

6 El contacto tan íntimo con Cristo en la comunión produce tal eficacia santificadora que bastaría con una comunión recibida con todo ardor para hacer santo a un cristiano ordinario.

7 Y Cristo Jesús se tiene que quedar como atado, porque no le dejamos actuar. Pero este contacto tan íntimo nos podría ayudar eficazmente para aumentar esa vida de Dios que llevamos en el alma. Lo que pasa es que nosotros solemos recibir la eucaristía como quien recibe otra cosa cualquiera.

8 El matiz especial de la gracia que nos viene por la comunión es comparable, porque así lo quiso Jesús, a lo que hace el alimento con respecto al cuerpo. A pesar de que todos los sacramentos dan la gracia o la aumentan, son diferentes, porque la gracia de Dios tiene diferentes matices.

9 A éstos, aunque se les meta alimento, no les aprovecha para nada. Así que la conclusión primera es que, para que la gracia pueda aumentarse o el alma alimentarse, lo primero que se necesita es que la gracia esté en el alma. 1º El alimento del cuerpo se da a los que están vivos, no a los muertos.

10 2º El alimento nos sustenta, es decir, nos mantiene en la vida y preserva de caer en la muerte. Así que la gracia de la comunión es nutritiva: aumenta la vida divina, aumenta la fuerza y repara las fuerzas perdidas.

11 Y al sentir esa dulzura, el alma queda en paz. Por eso bien que le podemos decir al Señor: Qué bueno es el pan que tu nos das. 3º Un alimento bueno deleita. Así también el alimento del alma, que es Cristo Jesús, deleita a aquellos que le reciben con intimidad.

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14 Qué bueno es el pan que tu nos das,

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16 Tú que diste el maná en el desierto,

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19 toma en tus manos mis deseos de ser bueno.

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23 el pan sabroso que eres Tu. Hacer CLICK

24 Al aumentar la gracia aumentan todas las demás virtudes. Las virtudes son fuerzas espirituales que Dios nos da y que, con la ayuda de Dios, nosotros nos esforzamos en sostener y aumentar para poder seguir con la vida de Dios. Una virtud es la fe. Para poder recibir bien la eucaristía necesitamos hacer un acto de fe. Pero la eucaristía al mismo tiempo nos va aumentando la fe.

25 Y sobre todo nos aumenta la caridad, excitando algún acto de amor de Dios y dándole gracias a Dios por tantas cosas buenas que nos ha dado o hecho en nosotros. Otra virtud es la esperanza. La comunión nos ayuda a aumentarla, porque “la eucaristía es garantía de la gloria futura”.

26 Se suele decir que las virtudes están unidas a la gracia como lo están los dedos unidos a la mano, de modo que en una persona normal, cuando va creciendo, crecen también los dedos de la mano. Igualmente, al recibir la comunión con fervor, aumentan todas las demás virtudes y los dones del Espíritu Santo.

27 Entre las diversas virtudes podemos fijarnos, como un ejemplo, en la fortaleza, ya que ha sido algo palpable en la historia de la Iglesia. Es palpable la fortaleza que sentían los mártires cuando recibían la comunión antes de ir al martirio. Es hermosa la historia de san Tarsicio llevando la comunión a los que estaban en la cárcel.

28 Se cuenta de santa Felícitas (por el siglo 3º) que, estando en la cárcel entre los que esperaban el martirio, dio a luz a un niño. En aquellos momentos ella sufría y gemía. El carcelero le dijo con ironía: “Si ahora gimes, ¿qué harás cuando seas arrojada a las fieras?” Y aquella mujer heroica, pensando en la fuerza que iba a tener con la comunión, dijo: “Ahora lo que sufro, lo sufro sola; pero entonces habrá en mi Alguien que sufrirá por mi, porque yo también sufro por Él”

29 También nosotros necesitamos una gran fortaleza. Ahora se necesita quizá un valor más grande para ser cristiano de verdad. Quizá nadie nos va a matar por ser cristianos, pero tenemos mucha gente y ambientes que están en contra. Por eso es difícil mantenerse fiel a Dios en un mundo frívolo, con criterios falsos y materialistas. Para ello debemos sacar fuerzas de la eucaristía.

30 Se cuenta que, por el año 1900 había en Francia un gobierno contrario a la religión y se cerraban los conventos y se expulsaban a los religiosos. Había un hospital importante de gente muy enferma con enfermedades muy raras y regido por religiosas. Allí fue la inspección pasando por las salas con enfermos apestados. Después de ver la dedicación de las religiosas, el inspector preguntó a la superiora: ¿Cuánto tiempo lleva aquí? – 40 años - ¿De dónde saca fuerzas para resistirlo? – Comulgando todos los días. Si no estuviera el Santísimo Sacramento, nadie podría resistir aquí. Y nadie las molestó más.

31 Hay personas que se quejan de que la vida espiritual es muy dura, que los mandamientos de Dios son muy pesados. No se han preocupado de comulgar con fervor. Con la comunión podemos tener fuerzas suficientes para la vida ordinaria y para los actos heroicos. La comunión es sobre todo para los débiles, para alimentarnos bien en el espíritu y poder tener muchas fuerzas espirituales.

32 Cuánto te amo, Señor. Automático

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35 Tu eres el Dios de mi vida.

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38 AMÉN Hacer CLICK

39 Otro efecto de la comunión es la alegría. De la fortaleza viene la verdadera alegría. La comunión se nos presenta como un banquete. Cristo escogió también el vino, que es signo de alegría, para dársenos a beber. El contacto con Cristo da paz y alegría. Y esto porque Cristo era un hombre feliz, un hombre que iba mostrando alegría.

40 Una vez leí en una revista que un profesor, que era ateo y no creía en Jesucristo, pero era gran profesor de psicolo- gía, tenía que dar una conferencia sobre la personalidad, en sentido psicológico, de Jesús. Tuvo que estudiar los evangelios buscando el equilibrio psicológico de Jesús. Su conclusión fue que se percibía una persona feliz, que transmitía felicidad y la iba construyendo a su alrededor.

41 Una de las condiciones básicas para alcanzar un estado de vida feliz suelen decir que es la experiencia de ser amado incondicional y gratuitamente. Lo mejor es poder contar con esta experiencia en el comienzo de la vida. Un niño es feliz cuando experimenta que le desean, le cuidan y le aman.

42 En el evangelio encontramos algunos momentos de sentirse Jesús plenamente amado. Como en el bautismo cuando escuchó la voz del cielo: “Tu eres mi hijo, el amado, en ti me complazco”. Jesús se siente complacido a impulsado a realizar su misión. Pero también conduce a la felicidad alguna experiencia posterior de amor gratuito y sin condiciones.

43 San Pedro, Santiago y san Juan, sin ser parte directa, se sienten tan felices que quieren estar allí toda la vida. En el evangelio se encuentran otras experiencias maravillosas. Otro momento de exaltación fue el de la transfigura- ción, cuando escuchó palabras parecidas.

44 Se siente exaltado por la alegría y le dice a su Padre: “Te doy gracias porque has manifestado estas cosas hermosas a la gente sencilla”. Y cómo vibraba de alegría cuando daba el perdón o encontraba la oveja perdida. Un momento interesante es cuando Jesús ve a la gente sencilla que le escucha y entiende las cosas de Dios.

45 La alegría del perdón es manifiesta y profunda cuando, como padre, recibe al hijo pródigo.

46 Hasta cuando está en la cruz o en Getsemaní, en medio de la angustia y los dolores, logra la paz cuando se arroja en los brazos amorosos de su Padre, abandonándose en Dios.

47 Esta alegría quiere manifestarnos Jesús en la comunión. Cómo cambiaría nuestra vida si recibiéramos a Jesús en la comunión con el ansia con que muchas veces comemos el alimento material sabroso. Así debemos ir a la comunión con el ansia de alegría, felicidad y paz.

48 Debemos dejarnos llenar de Cristo Jesús que nos dejó en la cena pascual el memorial, nos dejó su manjar, prenda de su amor y su amistad, y prometió el Espíritu y la unidad.

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59 Por María vayamos a Jesús eucarístico AMÉN