1 Posiciones docentes del profesorado para la enseñanza secundaria en la Argentina: una mirada histórica para pensar el presente
2 Posición docente “Configuración de identidades que organizan relaciones, dinámicas y estrategias para su resolución a partir de concepciones especificas respecto del sentido de su tarea, la presencia de elementos históricos de la profesión, la apropiación de la circulación de significados puestos a circular por la discursividad oficial y otros agentes”. Alejandro Vassiliades
3 Tasa de escolarización de la escuela media (13-18 años) sobre porcentaje de la población general en dicha franja etaria AñoTasa neta (en %) 1914 3% 194310% 196023% 197035% 198037,7% 199153,7% 200171,5%
4 Posiciones Docentes Siglo XIX. “La aristocracia profesoral”. Primera mitad del siglo XX. “Los profesores diplomados”. Segunda mitad del siglo XX. “Los profesores como profesionales de la sociedad salarial”. Ultimas décadas. “Los profesores entre el prestigio perdido y el reconocimiento local”.
5 Canè, 1882. “Juvenilia” “Jacques llegaba indefectiblemente al Colegio a las nueve de la mañana; averiguaba si había faltado algún profesor, y en caso afirmativo, iba a la clase, preguntaba en qué punto del pro- grama nos encontrábamos, pasaba la mano por su vasta frente como para refrescar la memo- ria, y en seguida, sin vacilación, con un método admirable, nos daba una explicación de quí- mica, de física, de matemáticas en todas sus divisiones, aritmética, álgebra, geometría descriptiva o analítica, retórica, historia, literatura, ¡hasta latín! (…). Debe estar fija en la memoria de mis compañeros aquella admirable conferencia de M. Jacques sobre la composición del aire atmosférico. Hablaba hacía una hora, y ¡fenómeno inaudito en los fastos del Colegio!, al sonar la campana de salida, uno de los alumnos se dirigió arrastrándose hasta la puerta, la cerró para que no entrara el sonido, y por medio de esta estratagema, ayudada por la preocupación de Jacques, tuvimos media hora más de clase. Había venido de buen humor ese día, y su palabra salía fácil, elegante y luminosa (...). En ciertos momentos se olvidaba, y nos hablaba en francés, que todos entendíamos entonces (..) Adorábamos a Jacques a pesar de su carácter; jamás faltábamos a sus clases, y nuestro orgullo mayor, que ha persistido hasta hoy, es llamarnos sus discípulos. A más, su historia, conocida por todos nosotros y pintorescamente exagerada, nos hacía ver en él, no sólo un mártir de la libertad, como lo fue en efecto, sino un hombre que había luchado cuerpo a cuerpo con Napoleón, nombre simbólico de la tiranía.”
6 Escardò 1966 “La casa nueva” “Don Samuel Donovan dictaba geografía de Europa. Asia y África (…) Nos enseñó el desprecio por los textos manidos y convencionales que matan el estudiante la imaginación y el libre examen. Cuando algún muchacho lo apremiaba desde la premisa de que sólo se podía aprender la materia guiado por un texto, le espetaba entre impaciente y burlón: -Mire el mapa, lea “La Nación”. (..,) Del mismo modo nos enseñó la triste utilidad del dato numeral por sí mismo entrando en La clase se dirigía a conjunto preguntando del golpe: -¿Quién conoce la altura del Monte Blanco? -Nunca faltaba el erudito que respondiera: -4810 metros. Y él: -Usted no sabe nada, 4810 metros con veinticinco centímetros. Y salía del aula haciendo gestos de desilusión, para volver al rato a gozar de nuestro desconcierto y mirando de cerca al informado a través de las peceras le decía: -No aprenda macanas, amigo, sepa que un monte muy alto tiene alrededor de 5000 metros y que el más alto está en el Tibet, que luego viene el Tupungato o cualquier otro; pero que todos son muy altos; están cubiertos de nieve y nadie vive en ellos, entonces, ¿Qué le importan los metros? Hábleme más bien de las mesetas, que es allí dónde viven las gentes. Creo que don Samuel no dio nunca una lección formal; entraba y salía del aula cuando le venía la gana y nos tenía en vilo. Al final del curso habíamos adquirido, junto con un montón de nociones vividas, un profundo desprecio por los Boero y por toda la ralea de escribidores de textos”.
7 Nervi 1966 “Memorias de un normalista pampeano” “Los tiempos cambiaron, pero no tanto. Todavía preexiste (y persiste) el criterio de que no hace falta ser docente para hacer docencia. El médico, el abogado, el farmacéutico, el ingeniero, el arquitecto ocupan las cátedras sin perjuicios pedagógicos ni didácticos. Quisiéramos saber si a nosotros, los pedagogos, nos permitirían ejercer la medicina, la abogacía, la ingeniería, la arquitectura sin el correspondiente título habilitante”.
8 Halperin Donghi, 2010 “Son Memorias” “Cuando me preparaba a buscar un nuevo rumbo ya la docencia, que para mis padres había tenido un lugar central en su proyecto de futuro, no lo tenia igualmente para mì y veía en ella poco más que un medio entre otros para ganarme la vida.”
9 Uhart, 1983. “Danielito y los filósofos” “Buen – dijo la profesora Lene-. No te voy a meter en honduras porque no sos para eso. Estas aprobado. Lo dijo con voz del más profundo desprecio. Habitualmente, cuando se le dice a un chico que está aprobado, va corriendo a comunicarlo al comité de apoyo que lo espera afuera. Cosa curiosa, Danielito no se movia de ahí, estaba quieto, parado, mirando a uno y otro.(…) Danielito dijo entonces algo inesperado, siempre con su voz monocorde: -La verdad es que yo a los filósofos no los entiendo. Yo comprendo las cosas como a mi me parece, como yo pienso, de otra manera. La profesoras Lene no registro el pensamiento de Danielito porque estaba haciendo la planilla resumen. Sin escuchar, le dijo: -Vaya, vaya a su casa. Su madre lo debe estar esperando atormentada. Hay que ver lo que es la angustia de una madre cuando su hijo da examen. Lo apruebo por su madre. “(p 116-117)
10 Lazcano, 2014. “Los mantenidos” “A mediados de febrero empezaba el curso de ingreso. Unos días antes yo estaba preocupado por la ropa. No quería ir al profesorado siempre con el mismo jean y la única camisa presentable que tenía (…) Llevaba bajo el brazo, y con cierto orgullo, un cuaderno anillado de 80 hojas rayadas y una Bic azul metida en los anillos. Busque el salón que me tocaba pero me perdí porque no había ningún cartel ni nada parecido. Esa escuela tenia adornos infantiles, corazones, afiches mal escritos, eran lo único que decoraba las paredes y las puertas de los salones (..) Salvo nosotros, no había nada adulto en todo el colegio. (…) Eran casi todas mujeres, solo tres varones desentonábamos con el paisaje del curso. Trataba de escuchar lo que decía la profesora, una señora grande, con la voz y el cuerpo frágil (…) Mire a mis otras compañeras. Había poca juventud. El salón estaba copado por personas mayores que seguramente tendrían sus vidas a medio terminar, como si fueran una casa prefabricada soñando tener una loza o unos ladrillos en las paredes para resistir mejor “(p. 80).
11 Santos, 2014 “En las escuelas” “Con el primer año las cosas fueron mal desde el principio. Durante las primeras clases yo intentaba ser riguroso, y creo que lo he logrado, pero con el tiempo me cuesta sostenerlo. (…) Todos los alumnos, en este caso, eran problemáticos. No había uno, dos, tres o cuatro: eran todos. Aunque sí había tres que habían superado el límite, en el hipotético caso de que lo hubiera”. “El daño colateral y paradójico del sistema progre de inclusión es que es el sistema más exclusivo que existe para quienes quieren aprender”