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3 Vamos diciendo que la Misa es el sacrificio de nuestra religión, por el cual no sólo Cristo se unió con Dios en su supremo sacrificio, sino que nosotros mismos nos podemos unirnos más con Dios, si participamos activamente en el sacrificio de la santa Misa. A la Misa se puede asistir externamente sin hacerlo internamente. Por eso no sólo debemos asistir sino participar.
4 De hecho debemos participar externamente e interna- mente. A veces se dice “voy a oír misa”. Mejor se debe decir “asistir a misa”. La misa por televisión puede ayudar, especialmente a algunos que no pueden asistir; y a todos ayudará si la siguen internamente con fervor y unión con Dios. Pero no participan en la Misa. Participar significa asistir con cuerpo y espíritu.
5 Hay varias maneras de participar en la misa. Vayamos de menos a más. 1) Hay algunos que asisten por asistir. Quizá lo hagan por obligación o por quedar bien con alguna persona. Es como quien va a un banquete y no prueba la comida ni sigue la conversación. O como quien va a un partido de futbol u otro deporte y ni se entera cómo va el partido.
6 Antiguamente, cuando la misa era en latín y de espaldas, como era muy difícil seguirla, solían estar rezando el rosario u otras oraciones. Al menos hacían algo bueno, aunque no fuese lo mejor.
7 2) Hay otra clase de personas que siguen la misa, unos más que otros. Es como uno que va a un banquete y, aunque no coma, se preocupa de qué platos hay y cómo va vestida la gente. Así hacen algunos periodistas y fotógrafos. O en un partido de futbol quienes se preocupan del partido y hasta gritan. Este seguir la misa es importante para poder participar luego más plenamente.
8 Para poder seguir bien la misa, hay que entender las diferentes oraciones y suele ser bastante trabajoso. A veces basta los sentimientos continuados, como el arrepentimiento en la 1ª parte de la misa; después considerar a Cristo que ha muerto por nosotros en la cruz. Así desearnos unirnos más espiritualmente con Jesús hasta llegar a la mayor unidad posible.
9 Otro método de seguir la misa con fruto puede ser ir profundizando en los 4 principales frutos de la misa: alabanza, agradecimiento, contrición y petición. Y si no se sabe más, podemos hacer como aquella persona que oía al sacerdote, cuando la misa era en latín, y al final de cada oración decía: “Como el sacerdote”.
10 3) Claro que lo mejor es participar. Así nos lo han dicho todos los papas de estos dos siglos, especialmente después del Conc. Vat. II. Y participar desde el principio, porque Dios nos convoca a la misa: a escuchar su palabra y participar en su mesa.
11 Dios nos convoca, venid y escuche- mos su voz. Automático
12 La mesa ha preparado, su pan es salvación,
13 Gracias, Señor, por ser tus invitados.
14 Venid, celebrad la palabra;
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17 Venid, celebrad la victoria,
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20 Dios nos convoca, venid y escuchemos su voz.
21 La mesa ha preparado, su pan es salvación,
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23 Ya desde antes del Concilio los papas iban diciendo cómo debían participar los fieles de una manera externa, además de la atención interior: posiciones del cuerpo, gestos culturales y sobre todo las respuestas en las oraciones y cantos. Procurar participar externamente nos debe llevar a una mayor participación interna.
24 Si en la misa tenemos con demasiada frecuencia otros pensamientos y otra manera distinta que estar con Dios y salimos sin ningún provecho espiritual, normalmente suele ser porque no nos hemos preparado convenientemente. Una de las condiciones para mejor participar es prepararse bien para la misa.
25 Hay una preparación remota, que es la misma vida. Si la vida es muy cristiana, con deseo de superación en la fe, ya va uno preparándose para la misa. Si la vida es superficial y disoluta, no se da la debida preparación. Hay una preparación inmediata que debe ayudar a la participación en la misa. Si uno tiene demasiadas ocupaciones y llega deprisa y tarde, sin darse cuenta de en qué momento de la misa están, apenas podrá participar.
26 Así que la primera norma es llegar a tiempo. En los mandamientos de la Iglesia veremos qué es plenamente obligatorio. Llegar a tiempo para poder recibir todo el fruto espiritual. Además la puntualidad es cortesía. Hay que tener cortesía con Dios. Suele haber mucha tacañería. Hay quienes están mirando o sabiendo cuándo sale el sacerdote al altar. Quieren llegar tan justito que llegan tarde.
27 Esto suele pasar en algunos sitios, en bodas y entierros, donde hay personas fuera, quizá fumando, esperando a que el sacerdote haya salido al altar. Es muy difícil conseguir los frutos de la misa con esa actitud tacaña para con Dios. Lo bueno es llegar algún minuto antes, con calma, para tener alguna oración personal con Dios. Y esperar con dignidad la llegada del sacerdote.
28 Si uno se coloca, por voluntad propia, detrás de una columna (puede ser que no haya más remedio), y se coloca para poder conversar con otro o para que no le vea el sacerdote, ya está en una predisposición de no participar bien en la misa. Además de llegar a tiempo, uno debe buscar un puesto, si puede, para poder seguir bien la misa.
29 Entre los fieles se trata de que haya unidad. Y si en una misa hay pocas personas, se debería manifestar esta unidad procurando estar cerca unos de otros. Por de pronto los frutos de paz y unidad no vendrán sobre los que están muy apartados. Así juntos también estarán más en disposición de responder al sacerdote y de cantar.
30 Al estar juntos se puede dar más el peligro de conversar o de molestarse con tosidos y movimientos no necesarios. Procúrense evitar; pero sobre todo se tenga en cuenta lo positivo. Porque si Dios nos ha convocado a la misa no es para estar solitarios, sino para que juntos adoremos al Señor, que es nuestro Dios y Rey.
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36 juntos en su nombre a adorarle a Él:
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38 Participar totalmente en la misa requiere poner alma y cuerpo en ello. Por eso es bueno seguir las indicaciones que la Iglesia nos da sobre posturas. Hay unas que, aunque no sean obligatorias, son muy convenientes para todos. Hay otras posturas o movimientos que depende de cada cultura, de cada lugar, de cada grupo, como el alzar las manos para orar.
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46 Así cuando entra y sale el sacerdote, en el evangelio, en algunas oraciones, como las 3 del sacerdote: colecta, después del ofertorio y de la comunión, el prefacio, santo y padrenuestro. Y ahora gran parte de antes y después de la consagración. También la bendición del sacerdote. Entre las posturas para participar en la misa tenemos: 1) De pie. Significa respeto, vigilancia, actividad, servicio, acción de gracias, adhesión.
47 2) La postura de sentarse significa que facilita la atención y contemplación tranquila, como se dice de María, la hermana de Lázaro, que estaba sentada a los pies de Jesús. Es actitud de descanso para el cuerpo a fin de que el alma esté más tranquila para escuchar o meditar. Así en lecturas que no son el evangelio, en la homilía, ofertorio y meditación después de la homilía y comunión.
48 Una de las razones es que no suele haber muchas facilidades en los bancos. Muchos siguen haciéndolo en el momento de la consagración. Antiguamente (y no tanto) estaban de rodillas también en la oraciones antes y después de la consagración. En algunos sitios en la comunión. Viene a ser una postura más particular que social. 3) Estar de rodillas significa adoración, penitencia y humildad. Ahora ya se suele usar muy poco, aun entre los buenos participantes.
49 Esto viene desde la primitiva cristiandad. Era el antiguo ofertorio, que era en especie, sobre todo pan y vino, de lo que se tomaba una parte para el mismo sacrificio de la misa. Siempre se ha visto el momento propicio para poder ayudar a las necesidades de la Iglesia y ayuda a necesitados. Se supone que será bien repartido. Otra manera de participar externamente es la colecta o la limosna que se suele dar.
50 La principal participación externa es la comunión, de la que hablaremos ampliamente en la 3ª parte de la Eucaristía. Más importante que la participación externa es la interna. La externa es importante si nos lleva a participar con el corazón.
51 Esta entrega de Jesús nos debe llevar a nuestra propia entrega interna. En esta entrega o participa- ción interna nuestra en la santa misa se pueden dar muchos grados. Un primer grado puede consistir en una prontitud para cumplir lo mandado por Dios, lo que es obligación bajo pecado mortal. Es lo más elemental. De poco nos sirve que todo lo externo salga bien, cantos, etc., si no nos lleva a unirnos mejor con Jesús que se presenta allí ofreciéndose a su Padre por nosotros.
52 Y poco a poco aspirar a acompañar a Jesús en el camino de la perfección. Debemos aspirar a que cada misa sea un paso, cada vez más grande, en la imitación de Cristo y en el amor a todos, sabiendo que estamos al pie de la cruz acompañando a la Virgen María. Si nuestra participación quiere ser de verdad y no de apariencia, debemos aspirar a ser buenos cristianos.
53 Lo consultó con un sacerdote y se dio cuenta que sólo la preocupaba lo material, el poder meter la piedrecita, pero en la misa solía estar muy distraída. No sé si será cierto, pero es una buena enseñanza. Se cuenta de una mujer que prometió “una manda”, como acción de gracias, de asistir durante un año a muchas misas. Cuando volvía metía una piedrecita en una caja y la cerraba muy bien. Al cabo del año fue a contar las piedrecitas y vio que sólo había una.
54 Si amamos a Jesucristo, amaremos la misa y la viviremos mejor. Participaremos mejor si hacemos de la misa algo nuestro propio, además de ser de toda la Iglesia. Así hasta que lleguemos, como se dice, que: “Nuestra vida es nuestra misa y nuestra misa es nuestra vida”. La misa no nos sirve si vamos sólo por soberbia o para lucirse (Cuántos cantos se realizan sólo por lucimiento).
55 Solemos decir que la Misa es una fiesta. Según los ambientes a veces es difícil expresarlo. Dios lo que mira es sobre todo el corazón. Estamos alegres porque estamos juntos con Dios. Que, a nuestra manera, participemos en la alegría externa, para que el corazón salte de júbilo al estar con Dios. Es cierto que recordamos el sacrificio en la cruz, pero Cristo está glorioso en el cielo. Por eso la misa es una fiesta. Y nuestra participación debe ser con alegría.
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58 Cantaremos al Señor aleluyas con himnos y salmos,
59 porque grande es el amor que Él nosotros por siempre mostró.
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61 y nos llama a comulgar como hermanos su vino y su pan.
62 Cantaremos al Señor aleluyas al son de instrumentos;
63 Y será nuestra canción la alabanza que ensalza su amor.
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66 AMÉN