Vía Lucis El Camino de Jesús Resucitado

1 Vía Lucis El Camino de Jesús ResucitadoCentro María Rei...
Author: María Isabel Olivares Lagos
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1 Vía Lucis El Camino de Jesús ResucitadoCentro María Reina de la Paz – Argentina 1981 – Medjugorje – Argentina

2 ¿Cómo rezarlo? Se inicia con la señal de la Cruz. Rezar el Pésame.Oración preparatoria: "Ven Divino Espíritu Santo y ayúdanos a contemplar, a través de este Vía Lucis, la gracia de la resurrección del Señor y de su Gloriosa Ascención al Cielo mientras preparamos el corazón para celebrar Pentecostés. ¡Ven Espíritu Santo! ¡Ven Espíritu Santo! ¡Ven Espíritu Santo! Amén“ Iniciamos rezando por cada estación: - "Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Pascua nos diste la vida eterna" -Lectura del texto bíblico y la reflexión. -Silencio y meditación -Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Finalizamos rezando: Señor, te pedimos que por la contemplación de tu Resurrección alcancemos la gloria de la resurrección de nuestras almas para que te adoremos eternamente. Por Jesucristo, Nuestro Señor y por intercesión de María Reina de la Paz. Amén Bendición: “Señor Jesús, danos tu luz y tu Salvación” y señal de la cruz.

3 Primera Estación Jesús resucita.“Pasado el sábado al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro.  De pronto se produjo un gran temblor de tierra.  El Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella.  El Ángel dijo a las mujeres. No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el crucificado.  No está aquí, porque ha resucitado, como lo había dicho... Ha resucitado de entre los muertos”.  (Evangelio según San Mateo 28, 1-7) En los sepulcros se suele poner "aquí yace", en cambio en el de Jesús el epitafio no estaba escrito sino que lo dijeron los ángeles: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado" (LC 24, 5-6). Cuando parece que todo está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la última palabra, escuchamos llenos de gozo y asombro que Cristo vive, porque ha resucitado.  Esa es la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe como afirma San Pablo, que llena de una alegría desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús abrió las puertas del cielo a los justos que murieron antes que Él. Cristo, que ha querido redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose plenamente por amor, ha vencido a la muerte. 

4 Segunda Estación Pedro y Juan ven el Sepulcro vacío“Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrieron los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro, y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía y entro en el sepulcro.... él también vio y creyó”  (Evangelio según San Juan 20,3-8). Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el alma Esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario, quedan grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido a la muerte, y no es una vana ilusión: es un hecho de la historia que va a cambiar la historia. Después de este acontecimiento, el Señor saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su amor, y así el que llegaría a ser la cabeza de los Apóstoles, y tendría que confirmarlos en la fe, recibió una visita personal de Jesús. Así nos lo cuenta Pablo y Lucas; “Cristo se apareció a Cefas y luego a los doce”. (1 Cor.15, 5; Cf. Lucas.24, 34)

5 Tercera Estación Jesús se encuentra con María Magdalena“María se había quedado afuera llorando junto al sepulcro.....Jesús le preguntó: mujer ¿porqué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió.  Señor si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo. Y Jesús le dijo. ¡María! Ella lo reconoció y le dijo en hebreo, ¡Raboní!, es decir Maestro.... (Evangelio según San Juan )- María Magdalena, va al frente de las mujeres que se dirigen al sepulcro para terminar de embalsamar el cuerpo de Jesús. Llora su ausencia porque ama, pero Jesús no se deja ganar en generosidad y sale a su encuentro. La Magdalena ama con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de fortaleza y eficacia, como el de tantas mujeres que saben hacer de él entrega. María ha buscado al maestro y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin fisuras, y pronuncia su nombre.  Así es como Cristo nos llama por nuestros nombres, personalmente, porque nos ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la apariencia de un hortelano, o de tantos hombres o mujeres que pasan, sin que nos demos cuenta, a nuestro lado.

6 Cuarta Estación Jesús en el Camino a Emaús“Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús (...). Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo (...) Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, Él les hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: "Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída". Y entró para quedarse con ellos”. (Evangelio según San Lucas 24,13-24). En aquel camino polvoriento que conduce desde Jerusalén a Emaús, caminan tristes los discípulos con un viajero desconocido. “Era la tarde de aquel primer día después del sábado en el que había ocurrido lo increíble. Según la promesa, Cristo había resucitado, pero ellos aún no lo sabían. Sus palabras no son comunes, pero poco a poco habían hecho enardecer sus corazones. Estas mismas palabras hacen arder hoy nuestros corazones y hacen florecer la esperanza y la confianza, a cuantos buscan el sentido verdadero de su existencia”  (SS Juan Pablo II). Por eso los discípulos lo invitaron “Quédate con nosotros”.

7 Quinta Estación Jesús parte el Pan con los discípulosY estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición, luego lo partió y se lo dio.  Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista- (San Lucas, ). Ya se hacía tarde. Los discípulos están a la mesa con aquél viajero misterioso que les ha manifestado el sentido de la historia que estaban viviendo.  Después de la palabra vino el gesto “partir el pan”, como en la cena eucarística. Aquél rostro los lleva a algo que ya conocen: al Cristo del Cenáculo, que en el pan y el vino ofrece su cuerpo y su sangre, alimento para la vida del mundo. A nosotros es necesario a veces que se nos abran los ojos para reconocer a Jesús al partir el pan.

8 Sexta Estación Jesús aparece a sus discípulos"Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”, y atónitos llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les pregunto: “¿porqué están turbados y se les presentan dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo-…” (San Lucas 24,36-40). Los discípulos están en el Cenáculo, el lugar donde fue la Última Cena. Temerosos y desesperanzados, comentan los sucesos ocurridos. Es entonces cuando Jesús se presenta en medio de ellos, y el miedo da paso a la paz. Al principio la sospecha de estar frente a un fantasma es fuerte. ¿No ha sido Jesús sepultado en la tumba con los signos de tortura y de la crucifixión?  Sin embargo ahí está él, delante de sus amigos con las manos y los pies heridos lleno de vida.  Esta vida nueva es la que expulsa la amargura, la tristeza y la duda, y nos hace mirar más allá de la muerte y el silencio hasta descubrir en sus manos y sus pies “el dolor resucitado”.

9 Séptima Estación Jesús da el poder de perdonar los pecados Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo, los pecados serán perdonado a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”  (San Juan, 20, 22-23) Jesús se presenta ante sus discípulos. Y el temor del primer momento da paso a la alegría. Va a ser entonces cuando el Señor les dará el poder de perdonar los pecados de ofrecer a los hombres la misericordia de Dios. Este soplo de Cristo en la tarde de Pascua se difunde en los discípulos que lo rodean admirados. Es un símbolo de la Nueva Creación que surge de sus labios. Es el signo de un nuevo nacimiento que solamente el Espíritu puede operar, haciendo salir de la muerte del pecado y poniéndolo en camino a una vida nueva en la verdad y la justicia.  En la Iglesia siempre debe soplar este aliento divino del perdón, que renueva, transforma y santifica a la humanidad.

10 Octava Estación Jesús confirma la Fe de Santo Tomás“Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo:”la paz esté con ustedes” Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo. Aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe. Tomás respondió: “Señor mío y Dios mío”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque has visto, felices los que creen sin haber visto”. (San Juan, 20, 26-29) Tomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles, y busca los hechos: quiere ver y tocar. Jesús que conoce tan íntimamente nuestro corazón, busca recuperar esa confianza que parece perdida. Cuando Tomás vuelve a la fe, salen de sus labios una de las confesiones de Cristo más claras y audaces del Evangelio: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28).  La fe es una gracia de Dios que nos lleva a reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los ojos del espíritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es irracional, ni algo que se imponga contra nuestra libertad: es más bien una luz que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y fortalece, para reconocer la verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es estar junto a Cristo! Aunque no lo toquemos ni lo veamos, él está junto a nosotros.

11 Novena Estación La Aparición de Jesús en el Tiberíades“En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar". Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya oscureciendo , cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?". Ellos contestaron: "No". Él les dice: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor" (San Juan, 21,1-7). Frente a la incertidumbre, los apóstoles retornan a sus tareas habituales: ser pescadores. Así se unen en el trabajo con Pedro. La barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la historia están llamados a poner por obra, el mandato del Señor: "seréis pescadores de hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo humano, hay que contar con el Señor, fiarnos de su palabra, y echar las redes. En las circunstancias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo de nuestra parte, es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su palabra. El apostolado, la extensión del Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y entrega del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, y Él nos premiará con frutos abundantes.

12 Décima Estación Jesús le da la misión a PedroDespués de comer, Jesús le dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”  El le respondió: “Si, Señor, tu sabes que te quiero”, y Jesús le respondió “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas? El le respondió: “Sí, Señor, sabes  Que te amo”. Jesús le dijo: “apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes, todo, sabes que te quiero.  Jesús le dijo: “apacienta mis ovejas”... (San Juan, 21, 15-19). Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado porque le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía: el amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido.  Las tres preguntas que le formula Jesús son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los suyos: siempre está abierta la puerta de la esperanza para quien sabe amar. Cuando ha dado tres veces su confesión de amor, le confirma en su tarea de pastor del rebaño. La respuesta de Cristo, Buen Pastor, es ponerle a él y a sus Sucesores al frente de la naciente Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un maestro, de un hermano, de un servidor. Así, de la mano de Pedro, el primer Papa, y luego de sus sucesores, Cristo continúa guiando hoy a su Iglesia.

13 Decimoprimer Estación Jesús envía a los discípulos a la misión“Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él, sin embrago, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mateo 28,16-20). Los últimos días de Jesús en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy grabados en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido concretando con la cercanía del resucitado, disfrutando estos últimos instantes con Él. Pero el Señor pone en su horizonte toda la tarea que tienen por delante: "ID al mundo entero...". Ese es su mandato: hay que ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han visto y oído. Están por delante las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo cristiano: predicar, hablar de Dios para que la gente crea y descubran en él al Padre misericordioso, que celebren los sacramentos; y vivan según el Evangelio para parecerse cada día más a Jesús, el Maestro, el Señor.

14 Decimosegunda Estación Jesús asciende a los cielos“Dicho esto, los apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Éste Jesús que les ha sido quitado y fue llevado al cielo, vendrá de la misma manera, que lo han visto partir” (Hechos 1, 9-11). Todos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la separación, pero el Señor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Por eso los dos ángeles sacuden el embobamiento de los apóstoles de quedarse mirando al cielo. Es el momento de ponerse a trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegría, la Buena Noticia, a todo el mundo, porque contamos con la compañía de Jesús, que no nos abandona.  Y no podemos perder ni un instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para emplearlo en su servicio. Jesucristo ha querido ir por delante de nosotros, para que vivamos con la ardiente esperanza de acompañarlo un día en su Reino. Y está sentado a la derecha del Padre, hasta que vuelva al final de los tiempos.

15 Decimotercera Estación María y los Apóstoles esperan al Espíritu Santo“Todos ellos íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” (Hechos 1,14) La comunidad se reúne en torno a María en la fe, en la oración constante y en amor. Fieles apóstoles de Jesús, todos juntos alabando a Dios, dando testimonio de su fe en el Cristo Resucitado, de la vida nueva, a la espera que se cumpla la promesa de Jesús de enviar al Espíritu Consolador “para que permanezca con ustedes para siempre”. (Juan 14, 16). María y el Espíritu están al comienzo de la historia de la Iglesia, así como estuvieron juntos en la Anunciación. En esta época marcada por fuertes dolores de parto también el Espíritu junto a María quiere gestar un nuevo nacimiento de Cristo en cada hombre y en cada pueblo.

16 Decimocuarta Estación La Venida del Espíritu Santo““De repente un ruido del cielo, como una violenta ráfaga de viento resonó en toda la casa donde se encontraban y vieron aparecer lenguas de fuego que se repartían posándose encima de cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse”. (Hechos 2, 1-4) Cincuenta días después de la Resurrección, el Espíritu se derrama sobre la comunidad para fortalecerla y santificarla.  Queda inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A partir de este momento la Iglesia, que somos todos los bautizados, peregrina por los caminos de la historia en la fuerza del Espíritu. Ese mismo Espíritu llena mi propia y pequeña historia personal, dándole movimiento, calidez y un norte claro, hasta que un día participemos del gozo junto a Dios en el cielo

17 Oración final Jesús, que resucitaste de entre los muertos, para salvarnos y liberarnos de la opresión del odio y del pecado, te rogamos que por la contemplación del Evangelio a través de este “camino de la Luz” podamos ser transformados por tu amor y sanados de todos nuestros pecados, y alcanzar un día la gloria de la Resurrección. Por medio de María, Reina de la Paz y Señora de la Alegría de la Resurrección. Amén.

18 Contacto: [email protected] cmrpa.blogspot.comCentro María Reina de la Paz – Argentina 1981 – Medjugorje – Argentina Contacto: cmrpa.blogspot.com